En los primeros meses de vida, los bebés comienzan a descubrir el mundo a través de sus sentidos. Sus ojos aprenden a enfocar, sus manos a abrirse y cerrarse, y sus oídos a reconocer voces y sonidos familiares.
En esta etapa, el juego es sobre todo una extensión del vínculo con mamá, papá o cuidadores: miradas, canciones, caricias y objetos seguros que estimulen la vista, el oído y el tacto.
Enfoque: ofrecer estímulos suaves y de alto contraste, fomentar el contacto piel con piel y propiciar momentos de calma y seguridad.